Era una noche oscura, una noche ciega entre las montañas de la luna
donde el caballero Ser Jonothor Farring, un reconocido caballero del valle de
Arryn, cabalgaba con su séquito en dirección al Eyrie. Fue en esa noche en que
estos nobles caballeros fueron atacados por un grupo de bárbaros de las
montañas, la batalla fue rápida y sangrienta, los bárbaros no tenían
equipamiento ni organización, la suerte estaba echada. Sin embargo no fue el
combate lo que trascendería de esa noche sino lo que pasó después de este, en
el silencio mortecino tras el enfrentamiento un sonido distintivo podía
escucharse detrás de algunas piedras, era el llanto de un niño, un bebé de no
más de 3 años de edad. Ser Jonothor se acercó al niño y tras notar su
procedencia salvaje, delatada por una marca en el brazo del muchacho, ordenó a
sus hombres continuar con su camino. Fue en ese momento que Ser Terrance Lune
(un caballero menor al mando de Ser Jonothor) se atrevió a levantar al niño,
tras revisarlo unos segundos solicitó a su capitán el poder llevar al joven
consigo. Pocos saben la razón de las palabras de Ser Terrance, quizás ese niño
le hizo recordar a su hijo, el cual había fallecido a temprana edad; quizás una
razón más oscura o más mundana yacían detrás de su lengua aquel día, pero al
final de la conversación Ser Jonothor decidió que el niño estaría a cargo de
Ser Terrance y que este debería disponer de él como mejor le parezca. Así fue
que el joven Gawaine entró al mundo de Poniente.
Los años pasaron mientras que Ser Terrance criaba a Gawaine, si bien era
una buena persona y Gawaine lo quería muchísimo, el caballero jamás adoptó el
papel directo de “padre” ni tampoco permitía que el joven lo llamara de esa
manera siempre comportándose más como un tutor, un maestro, más que como
familia. Ante los ojos de Gawaine, su mentor era una figura noble, de sabias
palabras y de infinita experiencia marcial. El niño se convirtió en muchacho y
Ser Jonothor lo instruyó como un escudero para en algún momento tomar el puesto
de su mentor como caballero del valle y espada sirviente de la casa Arryn. Duro
trabajaba Gawaine para lograr las tareas que Jonothor le encomendaba, las cuales
incluían subir y bajar varias veces las “escaleras” del Eyrie, esquivar golpes
de espadas de madera, cargar con gran cantidad de equipamiento sin tropezarse,
etc.
Jonothor
No fue hasta los 17 años que Gawaine vivió un combate real en carne propia cuando su señor Jonothor junto con otros caballeros empezaron a escoltar comerciantes y viajeros a través de las montañas de la luna. Era frecuente que algún que otro bárbaro se atreviera a levantar armas contra su grupo, su mentor y contra él. Los combates no solían demostrar mucho intelecto bélico detrás de ellos, pero la fuerza y fiereza con la que estos bárbaros atacaban hacían que hasta el mejor de los soldados vacilara en enfrentarlos. Fue en estos valles que la vida de Gawaine cambiaría rotundamente. Poco tiempo después de cumplidos los 19 años, escoltando una caravana, Gawaine junto con otros hombres enfrentaron un grupo particularmente grande de bárbaros. La batalla fue feroz y los caballeros no pudieron darse el lujo de subestimar al enemigo. En el momento culmine del enfrentamiento una silueta de gran estatura se mostró, parecía ser el líder de este ataque. Ser Jonothor y Gawaine se dispusieron a enfrentar al gran hombre mientras que el resto de los hombres escaramuceaban a sus alrededores. Las estocadas empezaron mientras que el bárbaro blandía un gran hacha la cual interceptaba sus golpes, poco a poco caballero y escudero fueron rodeando a su adversario, fue ahí que todo se complico. En una tirada de suerte Ser Jonothor no fue capaz de esquivar el golpe del hacha y se vio obligado a utilizar su escudo para bloquearlo lo que lo desplazó varios pasos hacia atrás, todo esto ocurrió al mismo tiempo en que Gawaine se aproximaba por detrás de su contendiente y en solo un abrir y cerrar de ojos el hacha del salvaje estaba en su flanco izquierdo impactando tan duro contra su escudo que le obligo a caer de rodillas en el lugar por el dolor y a soltar el escudo, ahora partido en varias piezas de madera algunas de las cuales yacían a sus bajo de él. Fue ahí que Gawaine pensó que todo había terminado, el hacha de aquel que lo había puesto de rodillas se elevaba sobre su cabeza, pero por algún motivo está se detuvo en el aire mientras que los ojos del salvaje mostraban sorpresa detrás de su casco adornado con cuernos. Gawaine no dudó en aprovechar este momento para enterrar su hoja en el estómago de su enemigo, en ese momento un grito de dolor escapó de la garganta de hombre y el resto de los bandidos empezaron a correr hacia las montañas donde no serían perseguidos. Justo cuando el médico de la caravana (o lo más parecido) procedía a vendarle el brazo a Gawaine uno de los prisioneros de esa batalla se sorprendió al ver su brazo y exclamó:
–Eres tú, tu padre te creía perdido, y ahora te has convertido en esto.
Realmente una decepción.-
Esas palabras retumbaron en la mente de Gawaine, tanto que por durante
varias noches tuvo sueños sobre sus combates, personas a las cuales no
reconocía, montañas a la luz de la luna, los ojos del que lo hirió en el brazo,
la imagen de Ser Jonothor, y otros recuerdos que emergían noche tras noche y
que noche tras noche le impedía un sueño placentero. Al cuarto día del
enfrentamiento Gawaine encaró a Ser Jonothor en privado. Él siempre entendió
que ser Jonothor no era su padre, pero hasta hace 4 días no se había jamás
interesado por su padre o su proveniencia. Ser Jonothor le contó la historia de
cómo lo encontraron en las montañas abandonado por gente que había sido
asesinada, no sin antes tener que haber sido indagado de manera exhaustiva por
Gawaine y sus preguntas. En ese momento algo brotó en Gawaine, un sentimiento
hacia los bárbaros que antes jamás había tenido, quizás piedad, quizás un
sentido de familia arraigado muy profundo en él hace mucho tiempo. Cualquiera
que fuere este sentimiento era muy cierto la idea que se le había puesto en la
mente, conocer sus orígenes. Ser Jonothor trató de disuadir a Gawaine de
cometer una locura, pero sabía lo obstinado que era el muchacho y que no había
caso en convencerlo de lo contrario una vez que se proponía algo asique como
última acción nombró al chico un caballero y le concedió un caballo, las cosas
que el usaba en combate y un puñado de dragones, era un gesto casi honorario
puesto que Ser Jonothor no esperaba que Gawaine fuera a sobrevivir un viaje el
solo a las montañas. Con su dinero y su nuevo título Gawaine compró la libertad
de los 3 prisioneros que habían capturado hace unos días y les ofreció el resto
del dinero si le explicaban de que se trataba la marca y si lo guiaban hacia la
tribu de ellos.
La marca, la marca era una forma de reconocer los linajes de los
bárbaros, le explicaron los hombres. En el camino por las montañas los hombres
le empezaron a explicar un poco de la vida de los bárbaros, no sin demostrar
sorpresa y desconfianza ya que él era el primer hombre de tierras bajas que
demostraba verdadero interés por su cultura. Al parecer los bárbaros no
diferían mucho su sistema de “lideres” siendo un honor hereditario a menos que
un nuevo hombre retara al líder actual y lo venciera en combate. Lo que si era
diferente era todo el resto de su cultura, no había leyes per se, si había
alguna disputa esta era solucionada por combate o por la opinión del resto de
la tribu, donde la opinión del líder tenía un gran peso. Fue durante estas
charlas que se enteró de lo que le cambiaría la forma de ver al mundo, el
hombre al que había enfrentado hace casi una semana era su padre y el líder de
su tribu, los “Toros de montaña”. Las pesadillas se incrementaron y la
tranquilidad de espíritu que una vez había conseguido se perdió en los
recuerdos del grito de su padre al morir por el acero de su hijo, acaso el
destino era cruel, acaso estaba condenado para siempre? Estás eran las
preguntas que estaban en su cabeza.
Al llegar a donde la tribu se asentaba entendió la simplicidad de vida
que llevaba esta gente, su gente. Criaban ganado de montaña, principalmente
cabras, ovejas y toros y lo que no podían conseguir de eso lo conseguían de la
tierra o del saqueo. Al llegar no fue bien recibido, la noticia de la muerte de
“El Gran Toro” causaron un gran revuelo en la tribu pero no tanto como el que
causó la noticia de que su hijo era el caballero que acompañaba a los recién
llegados. Cualquier otra persona hubiera sido asesinada en el acto, pero
Gawaine había cautivado a sus acompañantes durante el tiempo que estuvo junto
con ellos. Ellos, como guerreros consumados y sobrevivientes a una captura por
parte de los habitantes de las tierras bajas, tenían un enorme peso en las
voces de la tribu y apoyaron a Gawaine por el derecho a liderar la tribu. Del
otro bando estaba la hija de “El Gran Toro” una niña de no más de 16 años de
edad la cual también tenía un gran número de seguidores. Toda esta situación le
causaba gracia a Gawaine puesto que era muy parecida a una disputa entre nobles,
solo que con insultos más explícitos y armas apuntando al pecho y no a la
espalda. Para evitar un conflicto inútil Gawaine propuso el someterse a prueba,
el debía demostrar que era uno de ellos antes de poder reclamar el derecho de
linaje. Esta prueba parecía contentar a la gran mayoría de la gente y el resto
era atraído por el carisma y la presencia naturales de Gawaine.
Varios años pasaron antes de que él fuera reconocido como líder de la
tribu, pero mientras tanto él aprendió de sus costumbres, sus formas y hasta
logró influir en muchas cosas. Aprendió a obtener lo que necesitaba y solo lo
que necesitaba de las montañas que lo rodeaban. Aprendió que la vida de lujo
que había visto de los nobles de las tierras bajas era un despropósito de los
recursos. Enseño a la tribu a no saquear a menos que fuera totalmente
necesario, les enseño tácticas de guerrillas que había aprendido con ser
Jonothor, enseño también a no matar a menos que sea totalmente necesario,
demostró que la piedad no es una debilidad sino una fortaleza, que era más
valiente dejar vivir a un enemigo que podría llegar a hacerse más fuerte y
proveer de un mejor reto. Aprendió las antiguas costumbres de los primeros
hombre, de los viejos dioses e incluso llegó a dudar de cuál fe era la cierta.
Enseño técnicas de trabajo a los hombres de las montañas y juntos trabajaron
para crear nuevas técnicas, cultivar en canteros ahí donde la roca lo
permitiera, tratar el cuero para mejorar su calidad, etc. Todo esto lo hacía
mientras se esforzaba para demostrar ser un miembro útil a la tribu, y así
evitar una muerte segura. Con su hermana siguiéndole los talones la gran parte
del tiempo ambos empezaron a tenerse afecto, no pasó más de unos meses para que
su hermana le dirigiera la palabra. Ella aún recordaba que había sido él quien
había matado a su padre, pero la gente de las montañas no tenía necesidad de
ser rencorosa, mucho menos si ese rencor no tenía un beneficio importante. Es
hasta el día de hoy que él aún no sabe si ella lo perdonó del todo, pero si
sabe que fue ella la que terminó de poner a todos de su lado y le entregó de
esa manera el liderazgo unánime. Sin embargo una de las cosas más importantes
que aprendió con sus hermanos y hermanas de tribu es el estilo de combate que
hoy utiliza, una combinación de las técnicas de esquiva y escudo que Ser
Jonothor le había enseñado y los movimientos acrobáticos que se aprenden al
moverse por la montaña sin armadura o con atavíos livianos. Con ese estilo de
combate es que los guerreros de su tribu armados solamente con escudo pudieron
superar a varios guerreros de las tribus vecinas.
Meera
Sin embargo no todo era color de rosa, Gawaine a veces se perdía en la
paz de una vida simple, pero en el fondo sabía que las tribus de las montañas
estaban condenadas al olvido y la muerte tarde o temprano. No solo guerreaban
entre ellas sino que también guerreaban con los caballeros del valle los cuales
estaban definitivamente mejor preparados. Cada vez que recordaba eso la
tristeza invadía su corazón y los ojos de su padre al morir volvían a inundar
sus sueños y a impedir que sus noches sean placenteras. Si no había un cambio
en todo esto su tribu, la gente que había llegado a apreciar y a querer por los
últimos años, iba a desaparecer sin dejar rastro. Cada tanto volvía a vestirse
como un caballero y bajaba a los pueblos cercanos para enterarse de las últimas
novedades y comerciar para la tribu.
Es en los últimos viajes que se enteró que en el norte habían aparecido
nuevamente los caminantes blancos. Él no sabía nada de ellos más allá de que
eran un enemigo de leyendas. Y he ahí que una idea cayó en su mente, el norte
era conocido por sus costumbres las cuales eran más parecidas a las de su tribu
que cualquier otra región del sur. Quizás si lograba combatir a estos enemigos
de leyenda, si lograba convertirse él mismo en leyenda, alguien podría
apadrinarlo y hasta darle tierras con la suficiente libertad para que su pueblo
pueda mudarse, estar en libertad y no tener que cambiar demasiado sus
costumbres.
Al poco tiempo de eso, cuando festejó sus 23 años, la tribu lo reconoció
como su líder y esa misma noche se reunió con sus guerreros más fieles entre
los cuales se encontraba su hermana:
-los reuní acá porque tengo una idea.-
-habla Gran Toro, que es lo que idea tienes.- dijo su hermana haciendo
una broma cariñosa de su nuevo título.
-creo que puedo tener una forma de evitar lo que ustedes ya saben que va
a pasar.- dijo Gawain, primero sonriendo a su hermana, pero luego con un
semblante serio frente al resto.
-podemos mantenernos Gran Toro, nuestros guerreros son mejores que los
de las otras tribus y lo tenemos a usted, capaz de vencer a 100 de ellos.- dijo
Agrom uno de los guerreros que acompaño a Gawain hasta la tribu hace ya varios
años.
-jajaja, me tienes en muy alta estima Agrom, con suerte puedo contra los
primeros 30 pero el resto ya me vería combatir cansado.- dijo mientras tomaba
un sorbo de cerveza de la monataña (una mezcla de alcoholes y hierbas)-Pero
hablando enserio, las tribus enemigas nos rodean y los caballeros del valles
amenazan con lanzar una incursión seria a las montañas, no podremos hacer otra
cosa más que huir a otra parte de las montañas y eso sería un circulo de nunca
acabar.-
-y que planeas hacer, conseguirnos una casa noble.- dijo su hermana
escupiendo para mostrar desprecio.
-esa es la idea básica sí. Quizás una casa sea extremadamente positivo
pero aunque sea unas tierras que sean nuestras “por derecho” para que no nos
molesten más.- ante estas palabras todos se quedaron sorprendidos, quizás la
fama de ser “el Gran Toro” se le subió a la cabeza o quizás había bebido
demasiado.
-estas tierras son nuestras por derecho, siempre estuvimos aquí y estas
son nuestras montañas!.- dijo su hermana mientras golpeaba en el hombro a
Agrom.
-si, son nuestras por derecho, pero no por “su derecho” y son ellos los
que tienen los ejércitos y la comida. Si todas las tribus se unieran quizás
sería una posibilidad, pero todos sabemos que eso no va a pasar ni siquiera si
los viejos y los nuevos dioses juntos lo ordenaran. Mi idea es simple, el norte
es un lugar muy parecido a aquí, aceptan bastante las “viejas costumbres”,
nuestras costumbres. Y me enteré de que los caminantes blancos amenazan esa
zona.- se interrumpió para humedecer sus labios con la cerveza- Si somos
valientes y los dioses decretan que nuestra causa es justa entonces el destino
nos develará la forma de conseguir lo que buscamos. Ya sea logrando ser vistos
por algún noble al cual le sobren tierras o asentándonos en las tierras que
queden abandonadas tras el Invierno.-
-Entonces vamos contigo.-dijo Agrom mientras tomaba su mazo
-No, los necesito aquí, y a ti también-miró a Meera (su hermana)-esto
puede tomar tiempo o incluso no funcionar para nada. No podemos dejar nuestro territorio
sin tener alguna garantía. Necesito que todos ustedes sigan protegiendo a la
tribu de la manera impresionante en que lo han hecho hasta ahora. Necesito que
obedezcan a Meera, pues ella me conoce y sabe cómo dirigir la tribu mucho mejor
que yo. Yo me llevaré 5 guerreros para que me acompañen al norte, y no
mantendremos en contacto.-
Agrom
El resto de lo que se dijo en la reunión eran balbuceos y cantos sobre
victorias pasadas, conquistas futuras y suertes varias.
Al partir Meera abrazó con fuerza a Gawaine, lo
cual sorprendió como pocas cosas al caballero puesto que era la primera vez que
ella demostraba cariño de manera tan abierta.
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