lunes, 16 de abril de 2012

Siete años antes

Pasaron ¿cinco años?
Al principio debo admitir que me parecieron siglos, pero últimamente parecía que el tiempo se aceleraba. Soy consciente de que no es el tiempo lo que se acelera, es la percepción que yo tengo de él... ¿Eso significará que por fin estoy sanando? No lo creo...
-Sabía que íbas a ganar la justa por eso te elegí, bueno, y porque sos buenmozo.
Sonreí, ella acomodó su cuerpo desnudo contra mí mientras me acariciaba el pecho.
-Gracias Lady Sylvie.
-¿De dónde sos Ser Frank? Sé que estuviste un tiempo con los Tyrell pero no parece que pertenezcas a esa familia, tu forma de ser parece la personalidad fría del Norte, la de los Stark.
-¿Estás queriendo decir que soy frío? No opinaste eso antes...
-Todos saben que en el Norte el Invierno hace que los hombres sean duros- sonrió.
-Ah, eso me gustó más. Mi nombre es Frank Blackstorm, mi familia vive en el Norte, bueno, lo poco que queda de ella supongo.
Ese día estaba más hablador de lo habitual, quizás fueran los encantos de Lady Sylvie Harte.
-¿Hace mucho que no los ves?
-Tenía siete años cuando me fui... ahora tengo veinticinco, supongo que dieciocho años es mucho... Mi madre murió, de mi padre prefiero no hablar. Me gustaría ver a mis primos... eso sí. Recuerdo a mi primo Luca, jugábamos juntos cuando éramos niños. Mi primo Bandar apenas tenía tres años, casi no lo conocí... Bandar es el que ahora rige la casa, o eso me dijo mi maestro antes de morir. Luca se fue para ser maestre...
En ese momento por primera vez se me ocurrió que quizás mi maestro sabía todo, que quizás lo sabía y no pudo decírmelo, por eso me dijo que fuera hacia el norte... que volviera con mi familia.
-¿En qué te quedaste pensando?
La miré a sus hermosos ojos verdes, le acaricié el pelo castaño y la besé.
-En lo hermosa que sos...
Ella rió y volvió a besarme. Esa noche la pasé muy bien, pero como todas las noches que pasaba con alguna mujer jamás me quedaba hasta que saliera el sol, lo más normal era que fuera a emborracharme a la taberna del pueblo.
Cinco años había estado vagando, iba donde el viento me llevara, allí donde se anunciaba un torneo, o allí donde me pagaran por ayudar a algún señor que tuviera riñas con sus vecinos colindantes... No tenía casa, no tenía ningún tipo de objeto de valor, salvo la espada de mi maestro. La flor de los Tyrell ya ni se distinguía en el pomo... quizás fuera hora de hacer lo que mi maestro me dijo que hiciera. Quizás fuera hora de volver a casa.
Lo primero que hice fue ir a ver a un herrero. Cuando le dije que quería que el mango de la espada tuviera el emblema de la casa Blackstorm me miró sin saber a qué me estaba refieriendo. Y yo realmente no recordaba bien como era el escudo, eso me hizo sentir bastante mal... así que sencillamente le dije le tallara un Trueno. El nombre de mi espada.

Así fue como volví a Trono del Relámpago, solo tenía mi espada, mi armadura, la capa raída por los tres meses de largo viaje desde el sur y mis pocas pertenencias. Agradezco que con el premio del torneo pude compar un caballo, no era el mejor, de hecho era bastante viejo, pero era obediente y me llevó hasta Trono.
Cuando llegué llovía, los truenos se dibujaban sobre el mar, era de noche, el Puerto estaba silencioso, salvo por algunos marineros borrachos entonando canciones de mar y la taberna, iluminada.
-¿En qué puedo ayudarlo señor viajero?
-Vengo a hospedarme aquí, acabo de llegar al pueblo y realmente no quiero molestar a mi primo hasta la mañana.
-Bien, una habitación arriba, un venado, aunque si quiere el servicio de las chicas serán dos.
-Eso no estaría mal.
Dejé diez venados sobre la mesa, era el último que me quedaba.
-Que sea la mejor.
El tabernero rió y me sirvió un gran jaro de cerveza.
-Mi nombre es Patrick, esta corre por la casa, es de la buena.
-Soy Ser Frank Blackstorm, es un placer conocerlo.
-¿El pequeño Frank? Pero claro... eso fue hace mucho tiempo... Así que regresaste...
Miré en la pared una placa a nombre de mi padre. Claro, lo que estaba construido en esa taberna había sido gracias a la cantidad de dinero que él gastaba allí... Él vio que me quedé mirando la placa, y seguramente intuyó que yo quería saber qué había sido de él.
-Es en nombre de tu señor padre, gracias a él tenemos este lugar- dijo abriendo los brazos de par en par- murió hace unos diez años. Te vas a sorprender, este lugar no se parece en nada al lugar que conociste.
-Espero que sea para bien...
-Lo es, tu primo es muy querido por la gente. Mejoraron mucho las cosas desde que él es el señor ¿Y qué te trajo de nuevo a Trono del Relámpago?
-Uno a veces se cansa de vagar por ahí... quiero asentarme en un lugar fijo, y qué mejor que aquí. Seguramente se necesitarán brazos Blackstrom para trabajar.
-Eso siempre, el señor se encarga de que recordemos siempre el segundo lema de la Casa Blackstorm "El verdadero mérito radica en el trabajo"
-Claramente lo instauró mi primo Bandar, no parece ser un lema que utilizara mi tío.
Apuré el jarro de cerveza y Patrick lo volvió a llenar.
-Como te dije, solo tendrás que mirar para ver la diferencia.
Esa noche conocí a Elaine, mi favorita de la taberna desde entonces. Ella se encargó de bañarme y quitarme el polvo del camino, además de otras cosas.

Cuando salí de la taberna todavía tenía resaca así que no fui directamente a ver a mi primo, sino que decidí pasear para ver la fortaleza. No podía creer lo que veía, a lo lejos había tierras de cultivo, cultivos en el Norte y con el clima de Trono que con las constantes tormentas no ayudaba. Mi tío jamás había tratado de cultivar la tierra. Desde temprano vi a la gente trabajar, salían de sus casas con herramientas para ir a trabajar en el campo, otros estaba en sus casas trabajando en algún oficio, carpinteros, zapateros, sastres, panaderos... todo el mundo estaba trabajando y parecían felices de hacerlo, eso era lo más extraño. La gente no vagaba por las calles, todos parecían tener un rumbo fijo, algo que yo no podía decir. Algunos me miraron, saludé a los que lo hicieron y me hicieron señas de saludo corteses a pesar de que no sabían quien era.
Patrick tenía razón, el lugar estaba irreconocible. Si bien me había ido cuando era apenas un niño, recordaba bien como eran las cosas: mucha gente estaba en sus casas sin hacer nada y mirando por las ventanas, algunos niños pobres vagaban por las calles mendigando comida, viejos tirados en las calles durmiendo... este lugar no parecía el Trono del Relámpago que yo había visto...
Pasaron algunas horas, volví a la taberna de Patrick para ir a buscar mi armadura y mis pocas cosas. Estaba listo para ir a visitar a mi primo. Tenía una propuesta que hacerle. Iba a quedarme allí, quería trabajar, en lo que fuera, entrenando a sus tropas, construyendo casas, trabajando en el campo, lo que fuera. Un Blackstorm que no trabaja no es un Blackstorm.
Quiero dejarle un legado a mi casa, y si bien no voy a dejarle herederos al menos quiero dejarle mi trabajo. Si mi primo va a dejar un legado en estas tierras yo lo voy a ayudar a hacerlo.

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