martes, 24 de abril de 2012

Tristeza

“Vi al Rey, matar a al Rey.
Vi a la Sangre del Dragón, sentenciar a la Sangre del Dragón.
Vi como los fieles observaron y no hicieron nada.
Nada para ayudar.
El Rey mato a su padre y todo Poniente alaba al nuevo soberano.
La sangre de Aerys corrió por las tierras del Norte y la corona espera a Raeghar en Desembarco del Rey.
Suficiente.”- se dijo la chica, mientras en una nube lejana, Cercei le hablaba y Jaime reía.
“Eh, no… ahora no”- contesto a una frase que le pareció oír y se marcho, abandonando a los gemelos para que se lamieran sus heridas.
Vago por la fortaleza, buscaba a alguien, no sabia bien a quien, pero lo encontró sentado en la cocina, observando a los niños jugar.
Se sentó a su lado y hablaron de muchas cosas, cosas importantes y de los niños, sobretodo de los chiquillos que hace unas horas estaban debidamente aceitados para la hoguera.
Sintió forjarse un lazo y apoyo la cabeza en su hombro.
Allí estaban, el nuevo padre primerizo de cuatro y la nueva solterona de Poniente, ahogando la noche anterior con risas y juegos de infantes.
Llego la Señora de los Bosques, reclamando su puesto en los brazos del hombre, y sin saberlo, en los corazones de los pequeños.
No había lugar allí para Rowan, no obstante, ellos compartían una visión de traición y llamas negras.
Ahora eran amigos.
Los tres fueron a buscar al Señor de la Casa, tenían que informarle que la familia era más grande lo que todos imaginaban.
Lo encontraron trabajando, como siempre, pero la Guerra Blanca le había sacado arrugas alrededor de los ojos y pintado golpes en la piel, así como en el alma.
No festejo, no se enojo, simplemente acepto los hechos y le deseo a su primo buena suerte con el nuevo Rey Dragón. Era él al fin y al cabo, quien le otorgaría o no, el permiso para darles el apellido “Blackstorm” a la nueva generación.

 

“Frank es oficialmente padre.
Dos chicas, dos chicos y ningún parto.
Si esto sigue así, Selina mantendrá su figura por siempre”- pensó con dulzura la joven, mientras bajaba las escaleras.
Había visitado el arciano con la esperanza de ordenas sus ideas y poder encaminar su vida, como todo el mundo parecía hacer menos ella. Pero los dioses complotaban para que se confundiera más y más, y así fue como termino visitando a Lyanna Stark.
“Ojos de enamorada, una estatua viviente y un pato atolondrado”- repaso mentalmente la vista.
“Delicadeza, firmeza y torpeza”- enumero, al tiempo que entablaba una conversación trivial con los tres adolescentes presentes.
“Belleza, frialdad y tozudez.
¿Cómo has podido Lyanna? ¿Cómo te has enamorado en tan poco tiempo?
Llevo dos años aquí y recién hace unos meses me salto la duda de si él podía ser algo más, que un compañero de juventud.
Es inconciente, temerario y… demasiado orgulloso como para pedir ayuda”.
Imitando una sonrisa, le sirvió vino a Kevan, lo ayudo a beberlo e inevitablemente, mancho su ropa, un asunto muy lamentable, que debía ser resulto de inmediato.
Rowan arrastro a Kevan corredor por corredor, hasta encontrar un lugar seguro para despedirse.
“Es lo mejor, para mi, para él y sobretodo, para ella”- se aseguro.
Intento explicárselo antes y después de besarlo, aunque el jovencito puso especialmente atención en el beso y olvido todo lo demás.
El tira y afloje los llevo al piso y a una discusión poco afortunada…
“¿En qué piensas? ¿Piensas? ¿Te vas conmigo o te quedas con Lyanna?
¿Somos parecidas como dices?
Existe la posibilidad de que te pida demasiado, no lo niego, pero no estoy en posición de pedir menos, y en el fondo, tampoco quiero”.
- Tengo que pensarlo- contesto el Ser a la pregunta más importante y por supuesto, fue respuesta suficiente.
Demasiadas humillaciones para un felino herido.
Rowan murmuro dos o tres estupideces y con un beso en la frente, se saco la espina del corazón.
Se marcho con el rostro encendido, las lagrimas al borde de sus parpados y su escolta, asumiendo la más amarga de las derrotas.


“Las niñas grandes no lloran. Las niñas grandes no lloran.
Ya paso, no me duele.
Estoy bien, puedo con esto.
Hay cosas más importantes que resolver, esto es daño colateral. El punto aquí era conseguir marido, nada más”- Se limpio los ojos con un delicado pañuelito, antes que los ríos desbocados del dolor, mandaran el disfraz de compostura al traste.
“Veamos, ¿Qué hice mal al buscar pretendiente?
Sus costumbres son muy diferentes a las mías, por lo tanto, nada de norteños, me centrare en los sureños.
En preferencia, nada de Tyrells, los Baratheon son… bueno… bastante peculiares, los Arryns estan con los Starks y los Tully estan demasiado cerca de los Freys.
Quedan los Lannister y los dornienses… que me secuestraron y se llevaron a mi tío.
Será mi familia cercana, entonces”- razono, mientras deshacía los caminos que la habían dejado en uno de los corredores menos transitados del castillo.
“Si me voy con papá a Lannisport, quizás no regrese, así que tiene que ser alguno de los señores que este aquí”
Realizo un simple calculo mental, lo repaso, lo repaso minuciosamente de nuevo y se paro en seco, a metros de la ultima puerta que había traspasado.
La respuesta esta ahí, no le gustaba, y sin embargo, tenía que hacerse.
Se volvió hacia su acompañante, sin míralo. Si se enfrentaba a sus ojos, las palabras se evaporarían antes de salir de su boca.
-¿Ser… me haría el favor de casarse conmigo?
Una vocecita interior le susurro demasiado tarde, que era muy posible que este hombre con sus años, ya estuviera casado y fuera padre de por lo menos, cinco niños.
El corazón se le achico dos centímetros más porque eso significaba que otra vez, ella seria el centro de las risas.
Y aún así, tenia que ser ella la que se disculpara.
Abrió la boca para justificarse y la formal disculpa se perdió en los labios del caballero que se había tomado de besarla.
-Supongo que eso es un “sí” – atino a decir cuando Ser Ector la soltó- Hay que informarle a papá.


El león no ayudo mucho a aliviar su pena.
Las frías pupilas de Kevan Lannister, estudiaron hasta el hartazgo a la pareja, y su ingenio no se privo de hacer las preguntas pertinentes al caso, como de inventar más para sondear a su hija.
El padre estaba desilusionado y la chica lo sabía. Era de esperarse, cualquier padre lo estaría.
“Lo siento papá, mi libertad es el único sueño que me queda, no renunciare”
Salio del despacho para buscar refugio y darle rienda suelta a la desesperación, pero en guardia como siempre, estaba su futuro esposo, aguardándola.
Le resumió la negociación:- La dote será poca. Estamos en deuda. Ojala…
No comprendía su reacción, ¿por qué estaba besándola?, ¡iban a ser pobres!
¿No se casaba él para aumentar sus recursos? Y ya que estaban, ¿cuáles eran sus recursos?
Se alejo de sus brazos y se dirigió a la sala de costura, tenia que estar sola para pensar.
No escucho pasos tras ella y aún así, sabia que su guardia la seguía.
“Sigiloso como un buen Lannister.
Y seguramente también un pozo bien hondo y obscuro de secretos.
¿Quién eres Ser? Además del soldado silencioso que ha cumplido a rajatabla mis mandatos.
¿Es por eso que te casas conmigo? ¿Crees que te di una orden? Debo aclarar esa cuestión cuanto antes, nadie debe sufrir más que yo, en mi batalla con las `buenas costumbres´”.
Cruzo la puerta de la sala de costura y en ese pequeño mundo femenino la estaba esperando su antigua vida.
Moños, diseños de futuros vestidos, telas que le había regalado Cercei, una camisa de Jaime a remendar, un pañuelo bordado con la flor Tyrell y un costurero con la forma de un león dormido.
“¿Lyanna se parece a mi? ¿Ella también vio morir a un Rey?
¿La habrán rechazado tanto como a mí? ¿Fingirá ser quien no es? ¿Lord Stark pensara que su hija es un desastre? ¿Le gustaran los niños más allá de Ser Kevan?”
Acaricio y abrazo cada “tesoro” que descubrió en el costurero.
“Rojo y dorado, león,
Rojo y dorado, Lanza del Sol.
Serán los colores de mi boda en una diminuta capilla.
Nada de los grandes septos de Desembarco del Rey.
Nada de grandes Señores felicitándome y grandes Señoras ofreciéndome a sus retoños como dama de compañía.
Hasta tengo que pedirle a papá que traiga a un septo… mejor la parejita, un septo y una septa, para que se queden a velar por las almas del Norte.
¿Será Ser Ector religioso?”
Prendió el hogar con bastante dificultad y vio crepitar a la flor del Dominio entre las llamas.
“Las niñas grandes no lloran.
Las niñas grandes no lloran.
Los cuentos de hadas no existen y los príncipes son todos sapos.
Sapos asesinos que matan a su propia sangre.
Los príncipes son como la hierva maligna, que te envenena el alma y se va con otra.
¿Para qué rayos quiero un príncipe, pues?”.
Rowan sabía muy bien la respuesta, sin embargo, el amor nunca era REALMENTE parte del plan de vida de su Casa.
Se vivía por familia, lo demás era puramente decorativo.
Reunió fuerzas y le cerró las puertas a “lo que pudo ser”.
De este lado, en silencio perpetuo y brillante armadura, el Capitán de su Guardia la observaba expectante.
“¿Por qué mi felicidad pasa por una herida sangrante y dormir con un desconocido?
¿Maktub?
Seguramente…Al fin y al cabo, la suerte esta echada"
-Por favor, Ser, acompáñeme a nuestra casa (“nunca un hogar”) para que le informe del funcionamiento de la misma.
“No se puede evitar que al llegar el día, el Sol salga… como tampoco que al levantarse la luna, el Sol caiga”.

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